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Mostrando entradas de marzo, 2017

Anudados

Y la furia se desencadenó como la de un titan en esdado puro, los ojos le relampaguearon, y se hicieron unos segundos de silencio, lo miró, sus pupilas se expandieron hasta perder casi por completo su profundo color jade, él la cogió sin pestañear, era ahora o nunca, la apretó contra su pecho y la furia dejó paso al desenfreno y la lujúria en un beso tan eterno que los anudó para siempre.                                   Inés García  Ecija

Conversaciones con mi hija Carla(7 años y medio)

Te voy a explicar, mi querida Carla, que ser distinto y original es maravilloso aunque tus compañeros se burlen de ti. Imaginate una hermosa oveja lanuda blanca -está bien, mamá- Imagina sus preciosos ojitos, su suave y esponjosa melena... la tienes? -Sí,  es muy bonita- Está bien, observala muy bien, y fijate en todos sus detalles. Ahora vamos a ponerle nombre, ¿cómo quieres que se llame?-Emmm... Oliva!- Jajajaja ! Me encanta su nombre, muy bien! . Ahora vomos a colocar a la oveja Oliva, con el resto de sus compañeras, en su rebaño. Quiero que observes despacio, ¿Puedes diferenciar a Oliva del resto de sus compañeras?- Pues... No, son todas iguales. Muy bien!, Ahora te voy a presentar a una nueva oveja, ésta tampoco tiene nombre, es igual de lanuda que Oliva pero de color negro, ¿te la puedes imaginar?-Sí! La estoy acariciando, mamá.  Genial!, eres muy buena creando imágenes en tu cabecita, Carla! Ahora fijate muy bien en ella, al igual que hiciste con oliva, y vamos a

EL CREADOR DE SUEÑOS

                                             De camino al trabajo todo son rostros grises y miradas vacías. Las calles mojadas por las constantes lluvias otoñales provocan una especial irritabilidad en los viandantes, que malhumorados como el tiempo, caminan a marchas forzadas entre salpicaduras y malos modos. La mayoría de las personas no se distinguen unas de otras, produciendo una sensación de masa aletargada y decadente que es arrastrada sin fuerza, dejándose llevar por la inercia del paso del tiempo. Quizá, y sin saberlo, yo misma soy arrastrada, mezclándome como una más entre ellos, dejándome llevar como autómata sin voluntad, pero prefiero creerme diferente a pesar de que seguir ese rastro de cadenas sea lo más sencillo a veces. Como de costumbre me dirigía hacia la pequeña cafetería que estaba situada frente a una pequeña plaza a mitad de camino entre mi casa y el trabajo, por lo que era habitual encontrarme allí cada mañana. Este precioso negocio estaba regentado

El corazón de Noa

Es fácil para cualquier niño, mostrar sus sensaciones y sentimientos, ante cualquier tipo de situaciones, incluso en las etapas más inmaduras de su desarrollo. Por ejemplo, ahora mismo, en la esquina de la calle Tronsweels, junto a la panadería de las hermanas Marsons, una madre con un precioso bebe que descansa plácidamente en su carrito ajeno al resto del mundo, espera mientras mira su reloj cada vez con mayor frecuencia. En ese mismo instante, pasa la señora Gendrow, como cada día, en busca de su baguette recien horneada que ya le está esperando, bien empaquetada, en lo alto del mostrador de la panadería. La señora Gendrow, es conocida en el barrio como la señora Engendro, dadas sus peculiaridades físicas. Pues bien, como iba contando, cuando la señora Engen…, perdón, Gendrow se acerca suavemente al bebe, el cual estaba observando en ese preciso momento como una mariposa revoloteaba alrededor de las hermosas petunias que adornaban la acera delante de la panadería. Y al ver có

El vuelo del petirrojo

S us ojos…Aquel era el único pensamiento que me ayudaba a no perder el juicio. Pensar en esos ojos azules, tan profundos y limpios que se podían contemplar, en días claros, sus propios pensamientos de inocencia. Ella estaba tumbada, con aparente placidez, gracias a la gran cantidad de analgésicos que le eran administrados para el dolor, los cuales la dejaban totalmente sedada. Su cuerpecito, de apenas un metro de largo, se había estado apagando irremediablemente como una vela apunto de consumirse y su tiempo se escurría inevitable entre mis pensamientos. El dolor me destrozaba por dentro como si una bestia salvaje me arrancara con sus fauces hasta el último resquicio de mi alma. Una vez más, me decía a mí mismo, sólo quería mirar esos ojos una vez más, pero esta vez ya era demasiado tarde, sus ojos llenos de vida y sueños, de esperanza, esos preciosos ojos añil, habían perdido su brillo transformándose en unos malgastados y opacos trozos de vidrio. En ese momento una agó

D.T.A.

                                                                                                                 11-Junio-2150 Q uerido diario: Te escribo por primera vez, y a pesar de no saber bien cómo funcionan este tipo de cosas, simplemente, y para facilitarme el trabajo, te trataré como un amigo, mi querido Amigo Silencioso. Mi nombre es Carol, tengo 30 años, y tengo la inherente necesidad de contar esta historia…Mi historia. Todo ocurrió el día de mi décimo cumpleaños, mi madre había estado la mañana entera metida en la cocina, dándole forma al mejor pastel de cumpleaños con el que un niño podría soñar. Un delicado y embriagador aroma a vainilla con ligeros matices a azahar despertaron mis sentidos…y con ellos desperté yo.  Por suerte para mí y para los pocos amigos que había invitado, el día no podía ser mejor. Lucía un resplandeciente sol que inundaba mi habitación con su cálido tono anaranjado, una suave brisa jugueteaba con las hojas del milenario roble que se e

Lucía

Día 1: Sigo aquí, mi pequeña Lucía, anclada en tu habitación, en tu recuerdo, en mi pasado. Con las persianas echadas y a ciegas, aún siento tu dulce aroma a vida, tu calor.  Contra mi pecho destrozado por el dolor y remordimientos sujeto fuertemente tu osito preferido y mi rostro, empapado en lágrimas que no dejan de brotar, yace en el gélido y humedecido suelo. Ya nada importa, sólo quiero sentirte, aquí, para siempre. De nuevo se abre la puerta, la luz entra descarada, dolorosa y en un instante inunda tu habitación. Si cierro los ojos aún puedo oír tu balbuceo. – “No puedes seguir así, debes comer algo” Pero una vez más y sin recibir respuesta alguna sus pies vuelven sobre sus pisadas. Por más que respiro no me siento viva, por más que miro no veo, ya mis oídos ensordecen y mi mente busca un refugio donde esconderse de tanto dolor. Día 7: A veces bebo con desgana pequeños sorbos de agua, que me devuelven por unos instantes de nuevo al mundo. Y lo odio, n