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Pensamiento 127

Igual que ver sin mirar u oír sin escuchar, es estar sin sentir.                                  Inés García Ecija

Pensamiento 127

Igual que ver sin mirar u oír sin escuchar, es estar sin sentir.                                  Inés García Ecija

Recuerdos de sal

Solo buscaba escamas de sal entre suspiros de viento, para tejerlas a recuerdos de adobe y silencio, De calma de terciopelo De pausa y consuelo Solo buscaba escamas de sal para devolverle a su mar A su recuerdo A su infancia de pelo crespo De pies descalzos y caracolas Y volverse a su santuario Porque uno tiene derecho, se decía entre murmullo, a volverse vida de nuevo.                               Inés  García  Ecija

Recuerdos de sal

Solo buscaba escamas de sal entre suspiros de viento, para tejerlas a recuerdos de adobe y silencio, De calma de terciopelo De pausa y consuelo Solo buscaba escamas de sal para devolverle a su mar A su recuerdo A su infancia de pelo crespo De pies descalzos y caracolas Y volverse a su santuario Porque uno tiene derecho, se decía entre murmullo, a volverse vida de nuevo.                               Inés  García  Ecija

Tu mundo es un segundo del mío

Tu mundo es un segundo del mío Se filtra y se pierde Se hace tenue Se disipa Cómo tu nombre en mi pensamiento Prescindes de lo importante y careces de empatia Qué buscas de mí Arena y humo Escamas de sal que multiplicas como la Eucaristía Te consumes en egoísmo y avaricia Al final tu vacío te derrota Naces muerto en sentimientos Naces muerto y sin embargo Sin embargo  creas vida                                               Inés García  Ecija

Tu mundo es un segundo del mío

Tu mundo es un segundo del mío Se filtra y se pierde Se hace tenue Se disipa Cómo tu nombre en mi pensamiento Prescindes de lo importante y careces de empatia Qué buscas de mí Arena y humo Escamas de sal que multiplicas como la Eucaristía Te consumes en egoísmo y avaricia Al final tu vacío te derrota Naces muerto en sentimientos Naces muerto y sin embargo Sin embargo  creas vida                                               Inés García  Ecija

Anudados

Y la furia se desencadenó como la de un titan en esdado puro, los ojos le relampaguearon, y se hicieron unos segundos de silencio, lo miró, sus pupilas se expandieron hasta perder casi por completo su profundo color jade, él la cogió sin pestañear, era ahora o nunca, la apretó contra su pecho y la furia dejó paso al desenfreno y la lujúria en un beso tan eterno que los anudó para siempre.                                   Inés García  Ecija