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 Gravedad cero.  Ayer me di un baño. Noté como poco a poco el agua mecia lentamente mi cuerpo, abrazandolo en un baile de silencio, zambulléndome en mis sentidos, volando ligera, etérea. Libre por un instante, como si nada doliera, como si nada importará por un momento, sólo la lejanía y yo y el pulso que me devolvía a la realidad. Y empezó a drenar el agua en el sumidero de la bañera, y mi memoria se remontó de pronto a aquellas noches. Sentir poco a poco como la gravedad vuelve, y te hace bajar de las nubes, te devuelve pesada a la rigidez de la realidad, tratando de oxigenar tus pulmones, que se intentan adaptar al cambio con dificultad, sintiendo presión y asfixia por unos segundos, que se hacen eternos. Ayer me di un baño que realmente necesitaba, ojalá la sensación de gravedad cero se mantuviera por siempre. Inés García Écija
 Gravedad cero.  Ayer me di un baño. Noté como poco a poco el agua mecia lentamente mi cuerpo, abrazandolo en un baile de silencio, zambulléndome en mis sentidos, volando ligera, etérea. Libre por un instante, como si nada doliera, como si nada importará por un momento, sólo la lejanía y yo y el pulso que me devolvía a la realidad. Y empezó a drenar el agua en el sumidero de la bañera, y mi memoria se remontó de pronto a aquellas noches. Sentir poco a poco como la gravedad vuelve, y te hace bajar de las nubes, te devuelve pesada a la rigidez de la realidad, tratando de oxigenar tus pulmones, que se intentan adaptar al cambio con dificultad, sintiendo presión y asfixia por unos segundos, que se hacen eternos. Ayer me di un baño que realmente necesitaba, ojalá la sensación de gravedad cero se mantuviera por siempre. Inés García Écija

Mi universo

 Se dilata el tiempo viendo pasar las nubes orbitando a tu alrededor, con tu extraña manera de hacerte inmenso en mi pensamiento, como mi universo individual. Tan tangible como etéreo, tan inaccesible como real. Sólo tú puedes ser universo y persona al mismo tiempo. Sólo tú vagando en mi mente entre tanta niebla,  entre tanta maraña de pensamientos. Inés García Écija 

Mi universo

 Se dilata el tiempo viendo pasar las nubes orbitando a tu alrededor, con tu extraña manera de hacerte inmenso en mi pensamiento, como mi universo individual. Tan tangible como etéreo, tan inaccesible como real. Sólo tú puedes ser universo y persona al mismo tiempo. Sólo tú vagando en mi mente entre tanta niebla,  entre tanta maraña de pensamientos. Inés García Écija 
 Sólo en lo profundo, en su mar turquesa, esconde el reflejo de mi corazón. Florecen algas color niebla alrededor, y un llanto de sirena aleja la brisa que el mar acercó. Sólo en el borde del acantilado, si ves tu reflejo, me ves reflejado. Inés García Écija
 Sólo en lo profundo, en su mar turquesa, esconde el reflejo de mi corazón. Florecen algas color niebla alrededor, y un llanto de sirena aleja la brisa que el mar acercó. Sólo en el borde del acantilado, si ves tu reflejo, me ves reflejado. Inés García Écija

Olivo y tiempo

 A veces sólo quiero estar allí, sentada entre hojas verdes de olivo,  con camuflaje indefenso de niño,  Viendo el mundo de lejos,  a distancia del dolor, sin espejo A veces sólo quiero estar allí  Viendo el paso de personas,   Observando cómo se emocionan  Viéndolos de lejos Aislada de la duda y del momento  Entre las ramas de un viejo olivo Bañado de luz plata y lino Seda que abraza como sueño De un paseo silencioso por el tiempo. Inés García Écija

Olivo y tiempo

 A veces sólo quiero estar allí, sentada entre hojas verdes de olivo,  con camuflaje indefenso de niño,  Viendo el mundo de lejos,  a distancia del dolor, sin espejo A veces sólo quiero estar allí  Viendo el paso de personas,   Observando cómo se emocionan  Viéndolos de lejos Aislada de la duda y del momento  Entre las ramas de un viejo olivo Bañado de luz plata y lino Seda que abraza como sueño De un paseo silencioso por el tiempo. Inés García Écija

Contigo

Y así comenzó mi día. Con la misma sensación de encontrar una moneda en el bolsillo justo cuando te apetece un pedazo de tarta. Como la sonrisa con la que tropiezas en un mal día y te devuelve a la vida.  Así empezó mi día; Contigo, después de dejar de buscarte.  Inés García Écija

Contigo

Y así comenzó mi día. Con la misma sensación de encontrar una moneda en el bolsillo justo cuando te apetece un pedazo de tarta. Como la sonrisa con la que tropiezas en un mal día y te devuelve a la vida.  Así empezó mi día; Contigo, después de dejar de buscarte.  Inés García Écija
Yo sí los veo brillar, como pequeñas notas bailando ligeras, pululando a tu alrededor. Nunca mis deseos alcanzaron tus pensamientos, tu mirada se confunde con carbón y herrumbre. Quizá cuando ya no esté, quizá ese día tú también los veas brillar a tu alrededor, quizá ese día aprendas a mirar como yo siempre lo hice.                                     Inés García Ècija
Yo sí los veo brillar, como pequeñas notas bailando ligeras, pululando a tu alrededor. Nunca mis deseos alcanzaron tus pensamientos, tu mirada se confunde con carbón y herrumbre. Quizá cuando ya no esté, quizá ese día tú también los veas brillar a tu alrededor, quizá ese día aprendas a mirar como yo siempre lo hice.                                     Inés García Ècija

Tiempo de soledad

  Será porque jugamos tanto de pequeñas juntas, que decidió confiarme su amistad, mientras me acostumbraba a su silencio.  Ahora la soledad y yo disfrutamos nuestro tiempo juntas.                      Inés García  Écija

Tiempo de soledad

  Será porque jugamos tanto de pequeñas juntas, que decidió confiarme su amistad, mientras me acostumbraba a su silencio.  Ahora la soledad y yo disfrutamos nuestro tiempo juntas.                      Inés García  Écija

Tierra y raíces

Entre raíces volátiles y tierra roja, de esa que no se quita de los pantalones, de esa que no se olvida, me crié yo. Observaba en silencio la hilera de hormigas negras que desfilaban ante mí, regalándome su tiempo, y aguijadas avispas y abejas susurrándome al oído, convenciéndome  de su bondad,  permitiéndome ser una más.  Sentía paz entre las ramas del viejo olivo, en soledad(no siempre elegida), observando desde mi lejanía, desde mi infinita ausencia fingida, cómo funcionaba la vida, sin formar parte completa de ella. Soñaba; cuando lograba deshacerme del peso que sentía en mi pecho y que me ahogaba, cuando por fin renegaba mi consciencia del momento, soñaba que flotaba. Que poco a poco me elevaba  y era ligera, y pluma y viento, y era libertad lejana. Niña sincera. Niña adulta. Niña que no da ruido. Niña lista y niña tonta. Niña que no se mete en líos . Niña solitaria. Niña  acosada. Niña amada y odiada. Niña que no sabía quién debía ser.  N...

Tierra y raíces

Entre raíces volátiles y tierra roja, de esa que no se quita de los pantalones, de esa que no se olvida, me crié yo. Observaba en silencio la hilera de hormigas negras que desfilaban ante mí, regalándome su tiempo, y aguijadas avispas y abejas susurrándome al oído, convenciéndome  de su bondad,  permitiéndome ser una más.  Sentía paz entre las ramas del viejo olivo, en soledad(no siempre elegida), observando desde mi lejanía, desde mi infinita ausencia fingida, cómo funcionaba la vida, sin formar parte completa de ella. Soñaba; cuando lograba deshacerme del peso que sentía en mi pecho y que me ahogaba, cuando por fin renegaba mi consciencia del momento, soñaba que flotaba. Que poco a poco me elevaba  y era ligera, y pluma y viento, y era libertad lejana. Niña sincera. Niña adulta. Niña que no da ruido. Niña lista y niña tonta. Niña que no se mete en líos . Niña solitaria. Niña  acosada. Niña amada y odiada. Niña que no sabía quién debía ser.  N...

Morir

Y el aire renegó de mis pulmones, ya se había desperdiciado demadiado en vano, y aunque mi corazón latía compasivamente, mi cuerpo hacía años que había muerto. Era el momento de afrontar la realidad, era el momento de comenzar a morir de verdad.                                                       Inés García Écija

Morir

Y el aire renegó de mis pulmones, ya se había desperdiciado demadiado en vano, y aunque mi corazón latía compasivamente, mi cuerpo hacía años que había muerto. Era el momento de afrontar la realidad, era el momento de comenzar a morir de verdad.                                                       Inés García Écija