LOS GRITOS DE LA LUNA
- Mamá, ¿porqué grita la luna?, ¿es que acaso está asustada?- Preguntó con su inocencia a flor de piel y su alma abierta al mundo. Con esa mirada que sólo se tiene en la infancia de pura curiosidad, sin límites ni contaminada por las miradas ajenas llenas de sucia adultez. - ¿Gritando?... ¿ tú crees?... ummm, yo la veo como siempre- Me quedé por un momento pensativa, y de nuevo prosiguió contrariada. - No mamá. ¿Es que no la ves?... ¡Ya lo sé! está aburrida y por eso grita, está esperando que vaya alguien a jugar con ella y llama a voces para que alguien la escuche... Vamos mamá, tenemos que hacer algo, ¡tenemos que ayudarla!- Sin saber cómo, Paulita estaba decidida a ayudar a la luna. La pequeña no veía ningún obstáculo que le impidiera lograr su propósito. Con paso firme se dirigió a la casa mientras yo seguía sus pasos con la torpeza de la madurez, y la mirada ignorante de la sabiduría que no es capaz de comprender. Con gran contundencia y mirada serena me pidió que le ayudase