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Como el frío bajo una farola alumbrada con luz pálida, inexpresiva, en un velo de noche oscura sin luna.
Como el sonido del último palpitar de vida condenado a un eterno desierto.
Como retazos de gritos que cubren el eco entre montañas de vacio, sin regreso.
Como una lágrima carente de sentimiento.
Como un te quiero en tu boca.
Como un mordisco de culpa.
Como un rugido en silencio.
Como mi espejo.
                                   Inés García Ecija

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