Que se derrame el vino!

 No se esconde más el eco que susurra tu vacío, al encontrarme bajo el manto oscuro, de ese oceano, que llamabas abismo de soledad.

Ya sólo encuentro mi susurro que renuncia al silencio, que ya quiere escapar.

Y son luces las que brillan allá, al fondo, son luces las que me gritan que vendrán,

Vendrán días de festejos, de lunas nuevas, de sinceridad.

Que se derrame el vino! Que riamos! Que gritemos nuestros cantos de alegría, que las tardes de liturgia se apagarán.


Inés García Écija

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