Esperpenticos esqueletos ramificados, momificados por el tiempo cruel, que nada hace que todo ve, surgen en un horizonte aseptico, en un paisaje modelado por la devastación.
Ramas muertos que en un tiempo atrás llenaban de vida las boscosas y fértiles tierras que nos marcaban una guía, un camino alternativo, el que no cogimos.
Ahora el destierro y la inmundicia nos es devuelto a cambio de una antigua codicia que nos persigue espectral como la marca que nos definió. La marca del mal.
                                                                                                              Inés García Écija

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