Corazón de cartón
-¡Sólo es de juguete!-
Le decía una y otra vez la pequeña niña de trenzas pelirrojas, vestido de cuadros y zapatos embarrados. Mientras, la miraba sorprendida, e insistiendo le volvía a decir con tono burlón -¿ Es que acaso no lo ves?, es sólo un juguete, ¡no se mueve!-
En ese momento el rostro de Carla se inundó por lágrimas de injusticia, permaneciendo inmóvil, inexpresiva, observando lo que sus manos escondían, protegiéndo del frío, de la lluvia torrencial que ahogaba su dolor, que disolvía su alma, y de las palabras afiladas de sus compañeros de la guardería.
Todos uno a uno fueron, curiosos, encerrando en un círculo a las dos pequeñas. Aquella situación llamó la atención de la profesora quien tomó la iniciativa y comenzó a poner orden de inmediato, disolviendo el corro.
-A ver, peques, ¿ Quién me puede decir lo que está ocurriendo aquí?, ¿qué te sucede Carlita, acaso te has hecho daño? -
- ¡Yo... yo lo se profe!, Carla ha cogido el pajarito de cartón de la jaula y ¡no me lo presta! - y entre risas y burlas prosiguió - Sabes profe ....¡jajajajajaja!... ¡Carla cree que el pájaro está vivo!, dice que estaba triste encerrado en la jaula, y ahora no nos lo quiere prestar. Carla es una llorona- Concluyó la pequeña frunciendo el ceño y cruzando los brazos, claramente disgustada.
La profesora miró a Carla y con ternura acarició su cabello mientras secaba sus lágrimas.
Ese gesto mitigo por un instante el dolor de la pequeña, la cuál levantando levemente su mirada comenzando a musitar valientemente lo que escondía su verdad, aún con entrecortados sollozos .
- Me lo ha dicho el viento, me lo ha dicho en un susurro, sólo quería que lo soltase para que jugasen juntos al ''pilla pilla'', volando libres el viento y el pajarito. Es cierto que es de cartón profe, pero su corazón de cartón también siente.-
En ese momento se levantó juguetona una ráfaga de viento y el pequeño colibrí la siguió batiendo sus alas de cartón sintiente.
Inés García Écija
Le decía una y otra vez la pequeña niña de trenzas pelirrojas, vestido de cuadros y zapatos embarrados. Mientras, la miraba sorprendida, e insistiendo le volvía a decir con tono burlón -¿ Es que acaso no lo ves?, es sólo un juguete, ¡no se mueve!-
En ese momento el rostro de Carla se inundó por lágrimas de injusticia, permaneciendo inmóvil, inexpresiva, observando lo que sus manos escondían, protegiéndo del frío, de la lluvia torrencial que ahogaba su dolor, que disolvía su alma, y de las palabras afiladas de sus compañeros de la guardería.
Todos uno a uno fueron, curiosos, encerrando en un círculo a las dos pequeñas. Aquella situación llamó la atención de la profesora quien tomó la iniciativa y comenzó a poner orden de inmediato, disolviendo el corro.
-A ver, peques, ¿ Quién me puede decir lo que está ocurriendo aquí?, ¿qué te sucede Carlita, acaso te has hecho daño? -
- ¡Yo... yo lo se profe!, Carla ha cogido el pajarito de cartón de la jaula y ¡no me lo presta! - y entre risas y burlas prosiguió - Sabes profe ....¡jajajajajaja!... ¡Carla cree que el pájaro está vivo!, dice que estaba triste encerrado en la jaula, y ahora no nos lo quiere prestar. Carla es una llorona- Concluyó la pequeña frunciendo el ceño y cruzando los brazos, claramente disgustada.
La profesora miró a Carla y con ternura acarició su cabello mientras secaba sus lágrimas.
Ese gesto mitigo por un instante el dolor de la pequeña, la cuál levantando levemente su mirada comenzando a musitar valientemente lo que escondía su verdad, aún con entrecortados sollozos .
- Me lo ha dicho el viento, me lo ha dicho en un susurro, sólo quería que lo soltase para que jugasen juntos al ''pilla pilla'', volando libres el viento y el pajarito. Es cierto que es de cartón profe, pero su corazón de cartón también siente.-
En ese momento se levantó juguetona una ráfaga de viento y el pequeño colibrí la siguió batiendo sus alas de cartón sintiente.
Inés García Écija
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