UN BUEN VINO
Comenzamos hablando a tientas entre miradas cómplices, y nuestros tonos se fueron apagando al tiempo que nuestros cuerpos se iban entrelazando, tornándose el aire que nos rozaba tímidamente almizclado. Una, dos, tres copas de vino y perdimos la noción de los besos que sigilosos nos abrazaban el alma, arrancándonos los miedos. Tus palabras comenzaron a estremecer mi piel desnuda y tus dedos dibujaron, curiosos, las lineas imaginarias que se esconden en mis deseos.
Inés García Écija
Inés García Écija
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