Entradas

El vuelo del petirrojo

S us ojos…Aquel era el único pensamiento que me ayudaba a no perder el juicio. Pensar en esos ojos azules, tan profundos y limpios que se podían contemplar, en días claros, sus propios pensamientos de inocencia. Ella estaba tumbada, con aparente placidez, gracias a la gran cantidad de analgésicos que le eran administrados para el dolor, los cuales la dejaban totalmente sedada. Su cuerpecito, de apenas un metro de largo, se había estado apagando irremediablemente como una vela apunto de consumirse y su tiempo se escurría inevitable entre mis pensamientos. El dolor me destrozaba por dentro como si una bestia salvaje me arrancara con sus fauces hasta el último resquicio de mi alma. Una vez más, me decía a mí mismo, sólo quería mirar esos ojos una vez más, pero esta vez ya era demasiado tarde, sus ojos llenos de vida y sueños, de esperanza, esos preciosos ojos añil, habían perdido su brillo transformándose en unos malgastados y opacos trozos de vidrio. En ese momento una agó...

El vuelo del petirrojo

S us ojos…Aquel era el único pensamiento que me ayudaba a no perder el juicio. Pensar en esos ojos azules, tan profundos y limpios que se podían contemplar, en días claros, sus propios pensamientos de inocencia. Ella estaba tumbada, con aparente placidez, gracias a la gran cantidad de analgésicos que le eran administrados para el dolor, los cuales la dejaban totalmente sedada. Su cuerpecito, de apenas un metro de largo, se había estado apagando irremediablemente como una vela apunto de consumirse y su tiempo se escurría inevitable entre mis pensamientos. El dolor me destrozaba por dentro como si una bestia salvaje me arrancara con sus fauces hasta el último resquicio de mi alma. Una vez más, me decía a mí mismo, sólo quería mirar esos ojos una vez más, pero esta vez ya era demasiado tarde, sus ojos llenos de vida y sueños, de esperanza, esos preciosos ojos añil, habían perdido su brillo transformándose en unos malgastados y opacos trozos de vidrio. En ese momento una agó...

D.T.A.

                                                                                                                 11-Junio-2150 Q uerido diario: Te escribo por primera vez, y a pesar de no saber bien cómo funcionan este tipo de cosas, simplemente, y para facilitarme el trabajo, te trataré como un amigo, mi querido Amigo Silencioso. Mi nombre es Carol, tengo 30 años, y tengo la inherente necesidad de contar esta historia…Mi historia. Todo ocurrió el día de mi décimo cumpleaños, mi madre había estado la mañana entera metida en la cocina, dándole forma al mejor pastel de cumpleaños con el que un niño podría soñar. Un delicado y embriagador aroma a vainilla con ligeros matices a azahar despertaron mis...

D.T.A.

                                                                                                                 11-Junio-2150 Q uerido diario: Te escribo por primera vez, y a pesar de no saber bien cómo funcionan este tipo de cosas, simplemente, y para facilitarme el trabajo, te trataré como un amigo, mi querido Amigo Silencioso. Mi nombre es Carol, tengo 30 años, y tengo la inherente necesidad de contar esta historia…Mi historia. Todo ocurrió el día de mi décimo cumpleaños, mi madre había estado la mañana entera metida en la cocina, dándole forma al mejor pastel de cumpleaños con el que un niño podría soñar. Un delicado y embriagador aroma a vainilla con ligeros matices a azahar despertaron mis...

Lucía

Día 1: Sigo aquí, mi pequeña Lucía, anclada en tu habitación, en tu recuerdo, en mi pasado. Con las persianas echadas y a ciegas, aún siento tu dulce aroma a vida, tu calor.  Contra mi pecho destrozado por el dolor y remordimientos sujeto fuertemente tu osito preferido y mi rostro, empapado en lágrimas que no dejan de brotar, yace en el gélido y humedecido suelo. Ya nada importa, sólo quiero sentirte, aquí, para siempre. De nuevo se abre la puerta, la luz entra descarada, dolorosa y en un instante inunda tu habitación. Si cierro los ojos aún puedo oír tu balbuceo. – “No puedes seguir así, debes comer algo” Pero una vez más y sin recibir respuesta alguna sus pies vuelven sobre sus pisadas. Por más que respiro no me siento viva, por más que miro no veo, ya mis oídos ensordecen y mi mente busca un refugio donde esconderse de tanto dolor. Día 7: A veces bebo con desgana pequeños sorbos de agua, que me devuelven por unos instantes de nuevo al mundo. Y lo odi...

Lucía

Día 1: Sigo aquí, mi pequeña Lucía, anclada en tu habitación, en tu recuerdo, en mi pasado. Con las persianas echadas y a ciegas, aún siento tu dulce aroma a vida, tu calor.  Contra mi pecho destrozado por el dolor y remordimientos sujeto fuertemente tu osito preferido y mi rostro, empapado en lágrimas que no dejan de brotar, yace en el gélido y humedecido suelo. Ya nada importa, sólo quiero sentirte, aquí, para siempre. De nuevo se abre la puerta, la luz entra descarada, dolorosa y en un instante inunda tu habitación. Si cierro los ojos aún puedo oír tu balbuceo. – “No puedes seguir así, debes comer algo” Pero una vez más y sin recibir respuesta alguna sus pies vuelven sobre sus pisadas. Por más que respiro no me siento viva, por más que miro no veo, ya mis oídos ensordecen y mi mente busca un refugio donde esconderse de tanto dolor. Día 7: A veces bebo con desgana pequeños sorbos de agua, que me devuelven por unos instantes de nuevo al mundo. Y lo odi...

Una mirada, un instante

Y en ese momento me dijo con su mirada lo que jamás pudo decirme con palabras, acariciando mi alma como quien acaricia un cuerpo desnudo y tatuando en mi recuerdo un instante interminable, entonces nos fundimos en un te quiero y el silencio dejó tras de sí la eternidad.