Como caída del cielo




Llovía, de nuevo llovía, pero ella era distinta al resto. Aquella gotita de lluvia tenía un miedo atroz a caer al vacío, al dolor y a la soledad. Ella era feliz viendo el mundo desde las alturas. Se divertía contando pájaros, oyendo el silbido del viento rozando las nubes, y acurrucada entre almohadillas en las noches de tormenta. Llovía pero aquel día volvió a escapar de la caída agarrándose con... fuerza a su nube de algodón. Cuando de nuevo empezaron a subir más gotitas como ella y a acomodarse en su mullida nube, observó a una gotita apartada del resto, que incansables, no paraban de cotorrear entre ellas. Ella sólo las observaba en silencio, pasando desapercibida para el resto. Lentamente nuestra protagonista se fue acercando, y justo al llegar a su lado notó un flechazo, una chispa que le recorrió todo su minúsculo cuerpecito y por primera vez se sintió segura y valiente. Le habló tímidamente al comienzo, sintiéndose cada vez más segura, y consiguiendo que la otra gotita sintiera lo mismo que ella. Estaban hechas la una para la otra, y claro está se sentían inseparables. Pasaron los días, su amor crecía más y más, hasta que un día tormentoso les mostraría su destino, y el miedo empezó a invadir a nuestra gotita nuevamente, pero esta vez, su compañera, su inseparable amiga le descubrió el sentido de sus vidas. Ella tenía algo muy importante que dar al mundo, y no podía seguir mirando para otro lado. Su rumbo ya estaba fijado y se sentía con fuerza y seguridad para afrontar ese reto. Agarradas de la mano, se miraron, saltaron y se abrazaron en un beso eterno que las unió para siempre.

Inés García Écija

Comentarios

Entradas populares de este blog

Cuando seamos olvido

Y si...